Quien ha pasado al menos un día en un colegio… sabe lo tedioso que es pasar de 7:30 a 8:05 organizándose en la fila y cantando el Himno Nacional! Un día, cansados de la rutina diaria, mi compañera Samanta (nombre ficticio… aún no tengo la aprobación para publicar el nombre real) y yo nos propusimos crear una situación con la que pudiéramos emanciparnos al menos un día de nuestro calvario.
Samanta se encargaría de comprar unos “PEOS QUIMICOS” que vendían no se donde, creo que en Meonca, yo me encargaría de tirarlos. Todo estaba minuciosamente calculado!
Para ese tiempo, el área del patio del Charles, no era lo que podríamos decir “grande” lo que nos obligaba (a cada curso) estar a una separación de menos de un brazo de distancia. Tercero de bachillerato nos quedaba a la derecha y primero de bachillerato a la izquierda. Eran aproximadamente las 7:50, todos los cursos alineados y listos para empezar a cantar el “Himno Nacional” en ese momento cubro mi brazo izquierdo con el cuerpo de Samanta y sigilosamente saco el primer peo químico “Hiroshima” (venia en una ampolla de cristal) y lo tiro justo en el medio de la fila de primero de bachillerato… En cuestiones de segundos se formo una nube invisible, pero pestilente que para mi percepción cubría las filas desde primero hasta tercero de bachillerato! Lo primero que me llega a la mente cuando pienso en esta historia es la muchacha que gritó… Se tiran un PEO! La operación fue todo un éxito en cuestión de regocijo, pero todo un fracaso en el objetivo, pues igual tuvimos que cantar el himno (y con el bajo ahí presente).
La idea inicial era que yo tirara uno a la fila de primero de bachillerato y el segundo a la fila de tercero, pero la peste corrió tan rápido que se armó un tremendo corre corre, lo que dificultaba el segundo ataque. Decidimos (sin decir ni una palabra, solo con la mirada) no tirar el segundo pues comprometería la operación.
Esperaríamos hasta la hora de recreo para realizar el segundo ataque, fuimos los últimos en salir del aula para así esperar que todo el mundo se acomodara en sus habituales esquinas del patio “JUYENDOLE” al sol de las 10 am. Camino al patio nos encontramos con un regalo caído del Cielo… bueno, en este caso sería subido del infierno! La gente de primero (Michel el primo de Sujey, Juan el del Oriental, Yuri, Larissa entre otros) solían agruparse en el lavamanos del pasillo que daba al patio del Colegio (lo que siempre nos “QUILLABA” porque era súper incómodo caminar con esos tajalanes en el medio!)… sólo fue cuestión de caminar normalmente y aprovechando la multitud que iba y venía en ambas direcciones soltar el segundo peo químico “Nagasaki”… queda de más mencionar que se armó otro corre corre, pero este tuvo algunos daños colaterales: el niño que se cayó, el reloj que se rompió, etc!
Nota: dichos actos no tenían la intención de incriminar a nadie!
En este momento es que entra a brillar Michel, el primo de Sujey. El que no lo conoce o no tiene recuerdo alguno de él… les digo que era uno de los tremendos de primero de bachillerato. No se cuál de las profesoras hizo la relación… pero, determinaron que fue Michel el autor de ambos atentados… Razón?
En el primer ataque “Hiroshima” la muchacha que grito lo de que se tiran un peo era de primero donde estudiaba Michel.
En el segundo ataque “Nagasaki” fue en el pasillo, área donde se recreaba Michel y donde encontraron los pedazos de la ampolla de cristal.
No recuerdo si le pusieron 40 en conducta (con el famoso lapicero rojo de Lisset), pero si recuerdo todo lo que nos divertimos Samanta y yo ;)
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